Si hay algo en el mundo de las motocicletas que las hace diferentes unas de otras es la exclusividad y esta puede venir en forma de pocas unidades, de componentes “pata negra”, uso de materiales especiales…etc. Y si hay algún tipo de motos que cumplen con todo o casi todo lo expuesto anteriormente, estas sin duda son las italianas, pero si nos centramos dentro de este grupo de procedencia europea, quizás sea Bimota la más exclusiva de ellas.

En parte porque están construidas a mano, nada de largas cadenas de montaje “sin alma” y además porque sus series fueron muy cortas. Por eso hoy nos apetece hablar de una de estas joyas fabricadas en las entrañas de la fábrica de Bimota en Rímini.
La Bimota sb-6r monta el propulsor de 1100 cc de la Suzuki gsx-r lo que le otorga una garantía de éxito plena a nivel mecánico
La sb6-r es un restyling por decirlo de alguna manera de lo que fue en su día la sb6 a secas. Esta “bella donna” monta el sempiterno motor de origen Suzuki y 1100 cc con culata multiválvulas y alimentada por una batería de 4 carburadores Mikuni de 40 mm, es decir, el mismo propulsor que se montaba en aquellos años en las gsxr 1100 todo ello encastrado en un rígido chasis doble viga de aluminio.

Pero si hay algo que hace especial a esta Bimota es su espléndida estampa, a medias entre Japón y Europa. Su frontal con faro tipo media luna y un carenado perforado en sus laterales, nos recuerda quizás más a las viejas glorias del continente asiático y desde el asiento del piloto hacia atrás con su colín monoplaza y sus dos salidas de escape por debajo de este, rezuma esa personalidad tan característica de las bellas europeas de la época, sobre todo se da un aire a su hermana de nación la 748/916 de Ducati.
En cuanto a datos de potencia esta sb-6r es capaz de rendir 156 cv a 10000 rpm lo que unido a un cambio de 5 velocidades y un peso en vacío de 190 kilos puede catapultarla hasta los 275 km/h, prestaciones realmente contundentes en su época.

Horquilla Paioli, frenos Brembo, amortiguador trasero Ohlins todo es «Pata negra» en esta exclusiva máquina
Pero si en algo destaca esta preciosa máquina es sin duda en su parte ciclo y componentes con los que está fabricada. La horquilla delantera es obra de Paioli y sus barras de 46 mm están a la a la altura del conjunto, al igual que el amortiguador trasero fabricado por Ohlins. Su equipo de frenado, firmado esta vez por la prestigiosa marca Brembo, con sendos discos de 320 mm en su tren delantero y pinzas de cuatro pistones y un disco trasero con pinza de dos pistones.

La posición de conducción es totalmente radical, con las piernas en posición alta y los brazos abajo y encogidos, todo por otro lado diseñado, para que el piloto se acople de la mejor manera posible a su estilizado diseño. Todo ayuda a disfrutar de esta atemporal máquina. Además con su 190 trasero calzado en llantas de magnesio, todo será más fácil a la hora de trazar curvas a buen ritmo y su elástico y potente motor nos hará disfrutar de lo lindo, sobre todo una vez pasadas las 4000 revoluciones, momento en que el propulsor japonés estira hasta las 11500 rpm sin ningún atisbo de desfallecer.

Hoy día encontrar una unidad de esta ya clásica es algo complicado en nuestro mercado, por lo que habría que traerla de países como Italia o Alemania donde las unidades de este ejemplar son más abundantes. Si hay posibilidad de hacerse con una, no lo dudaría ni un segundo, no os arrepentireis si lo que buscáis es exclusividad pero a su vez una fiabilidad fuera de toda duda gracias a su corazón japonés.