La historia del BMW Z8 se remonta a tres años antes cuando la marca de la hélice, presentó en el salón de Tokio de 1997 un prototipo denominado Z07. Un poco a modo de prueba, buscaba captar la atención del público y desgranar las intenciones de este, hacia un vehículo exclusivo y diferente a lo visto hasta ese momento.
De algún manera BMW quería regresar al mercado de los roadster, 43 años después de su aclamado 507, por la puerta grande. Si bien es cierto que ya contaba con el Z3 entre sus filas, necesitaba crear algo más importante que la sirviera para poder luchar de tú a tú con los SL de Mercedes y siendo a la vez lo más rompedor posible dentro del segmento.

Con las ideas aclaradas totalmente, la marca germana remozó el diseño de Z07, con el consiguiente nacimiento de nuestro protagonista en 1999. Y qué mejor manera que presentarlo al mundo que cederlo a James Bond, 007, para su nueva aventura televisiva “The world is not enough” .
El BMW Z8 representó la vuelta de la marca germana al segmento de los roadster exclusivos, más de cuatro décadas después
Una vez puesto en escena el Z8 tan solo estuvo durante tres años en producción, cesándose esta en 2003 con 5703 unidades vendidas, además de una serie limitada de 555 unidades que se cedieron al preparador alpina. Esta última hornada, llevaba un bloque distinto al del Z8 en origen. Para este ocasión el 4.8 l de 8 cilindros en V de la marca era el elegido por el preparador alemán y como novedad más importante era el uso de un cambio automático de 5 relaciones en vez de manual.

El BMW Z8 se ensambló sobre un chasis de aluminio para así contener el peso. Con una estética musculosa, su capó alargado y formas redondeadas delimitaban milimétricamente la carrocería. Mecánicamente se usó el bloque del M5 coetáneo, un 4.9 litros con 400 cv de potencia a 6.600 rpm y con un par de 500 nm a tan solo 3800 rpm. Todo ello asociado a un cambio manual, sin opción de automático, de 6 velocidades.
Con estas cifras el coche de 007, lograba unas prestaciones de vértigo, alcanzando los 250 km/h, aunque la velocidad máxima estaba auto limitada electrónicamente y con una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo 4,7 segundos. Además conseguía unas recuperaciones brillantes, como pasar de 80 a 120 km/h en su marcha más larga en tan solo 7,3 segundos.

Para poder digerir tanta potencia en su eje posterior, se empleaban llantas específicas de 18 pulgadas, con neumáticos 245/45 delante y 275/40 en su parte trasera. Dentro de ellas un juego de discos de 334 mm en el tren delantero y 328 mm en la parte posterior, se encargaban de frenar los más de 1600 kilos del Z8.
Con un motor V8 de 4.9 litros y 400 cv de potencia el Z8 goza de unas prestaciones de primer nivel
Los elementos electrónicos también estaban ahí para mejorar aún más si cabe la conducción del Z8. Ayudado por un control de estabilidad y tracción denominado DSC, el coche se comportaba de manera ejemplar, siendo su nivel de paso por curva y aplomo excepcional.
No solamente la figura del BMW Z8 era única y especial. El equipo de diseño de la marca, realizó un trabajo interior a la altura, para diferenciar a su coche de cualquier otro fabricado en ese momento. Con grandes reminiscencias a los roadster de los 50 y los 60, y sobre todo a su abuelo el 507, un estilo minimalista reinaba en el interior.

El cuadro de relojes situado en el centro del salpicadero, o su volante de tres brazos metálicos de aspecto retro, eran señas del Z8. Justo debajo de los relojes estaban las salidas de aire y debajo de estas los mandos para el control de las mismas.
Cabe destacar la infinidad de extras que montaba de serie, desde asientos de piel con reglaje eléctrico, equipo de sonido y navegación específico, teléfono integrado, etc. Tan solo un techo duro, era el único opcional que tenía como disponible.
Con sistemas tan novedosos como el runflat o los faros con iluminación de neón, el BMW Z8 fue pionero a la par de mantener el clasicismo en su diseño
Este Z8 estrenó un equipo de iluminación donde tanto sus intermitentes como luces traseras, portaban faros de neón. También es digno de mencionar el sistema Runflat que permitía recorrer unos cientos de kilómetros con la rueda pinchada, dado que el perfil de sus cubiertas, era macizo. A la postre, se usó en otros vehículos de la marca años después.

Lo que está claro, es que este BMW sea posiblemente el coche en serie más especial que ha creado la marca germana hasta el día de hoy, conjunto con el M1, o el actual i8. Un vehículo que quedará para el recuerdo de los amantes de la automoción y que en la actualidad duplica el precio de tarifa con el que se comercializaba hace ya dos décadas. Los más mundanos seguiremos escribiendo sobre él, esperando dentro de otros 20 años, poder seguir recordándolo con la misma satisfacción.